miércoles, 9 de abril de 2014

Capitulo 2: Prácticas de tiro.

La vida en la universidad no es tan bella como parece desde fuera. La competitividad, la envidia y la avaricia rezuma por cada ladrillo de esta construcción. En solo una semana que llevaba estudiando en este lugar me hizo comprender que la alegre amistad que mostraban los alumnos en el día de las inscripciones era una mera fachada a cara de los encargados que admitían al alumnado. A mi me admitieron con beca, pero un sabor amargo me corroe, pues es quizás que fui admitido por los acontecimientos pasados y no por mis conocimientos y sabiduría. De todas formas, fui admitido.

El alumnado se organizaban en grupos cerrados donde competían por la atención de los altos profesores , que a la vez competían entre ellos mismos. Yo me encontraba en un grupo formado por un par de pijos abelienses y un trío de vívoras de nacionalidades dispares. El sexto miembro, yo, fue expulsado tras un incidente poco habitual.

Lucanor Giovanni, Anima Beyond Fantasy
Era bien sabido que el propio príncipe, Lucanor Giovanni, aparecía sorpresivamente en algunas aulas para dar la clase él mismo. Esa clase siempre era magistral por como hablan de ellas. Durante esa semana, Giovanni no apareció por la universidad. No hasta la semana después del primer día de clase. El señor Giovanni, como le gusta que le llamen cuando está dando clases, entró apresuradamente en el aula donde me encontraba. los alumnos miraron con expectación; sin embargo, sus rostros se apagaron cuando solo se dirigió hacia mi. Ven, hora de tu primera clase. Fue lo único que dijo antes de darse media vuelta e irse.

Bajo la mirada inquisitoria del resto del alumnado fui siguiendo a Lucanor. No hablamos hasta que llegamos al patio trasero, donde solo me tendió una pistola y me señalo unos muñecos apostados a varios metros. Dispara, fueron sus ordenes.

Apunté a los muñecos y apreté el gatillo. Nada. El arma estaba descargada. Miré con cara de estúpido a Giovanni, pero su rostro era inalterable. Sigue intentándolo. Me ordenó repetidas veces. No ocurría nada. Realmente no ocurrió nada durante la hora que estuvimos en el patio. Él ordenaba, yo disparaba y me quedaba plantado como un idiota, pues arma seguía sin balas.

Estuvo así durante una semana seguida, una hora al día. Me sacaba del aula, íbamos a distintos sitios de la universidad y me ordenaba disparar con un arma que no tenia balas. ¿Que pretendía conseguir? Me preguntaba constantemente. Los pensamientos del príncipe era un misterio para mi. Llegaba el fin de semana y me buscaba, me llamaba e íbamos a disparar ese arma descargada. ¿Se estaba volviendo loco? ¿El loco era yo? Ya me estaba desesperando. Pero era Lucanor Giovanni, la mente más asombrosa de toda Gaïa, quizás esto tenga sentido para él. Solo tenía que averiguar qué.

Pasaron un par de semanas hasta que atreví a preguntarle. ¿Pretendes que dispare una pistola sin balas? Si. Fue su respuesta, sonrió y me dijo que acabó la clase por hoy. No sabía si alegrarme o no, pero la preocupación me invadía por completo al pasar los primeros días, pues no volvió a la universidad. Quizás le halla ofendido, quizás solo era una broma, quizás sea una prueba. Pasó una semana sin saber nada. Hasta que llegó el Lunes.

Lorenzo Cortes, un hombre habitualmente visto junto a Lucanor Giovanni. No era profesor, nunca visitaba la universidad. Entró en el aula como hizo su amigo con anterioridad. Ven, hora de tu segunda clase. Fue lo único que me dijo antes de darse la vuelta.

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